martes, 11 de junio de 2013

¿CUÁL ES EL FUTURO DE LAS COOPERATIVAS AGRARIAS?

En cada pueblo hay, al menos, una cooperativa agraria y en la que no dos o tres como ocurre en Herencia. Se dan paradojas como que dos de las cooperativas comparten un porcentaje elevado de socios, dedicándose a dos actividades distintas una a la uva y otra a la aceituna. ¿Tiene sentido que no se produzcan una agrupación entre las cooperativas para reducir costes? Sin entrar a considerar que una agrupación en la oferta de las producciones mejoraría posiblemente la comercialización. Se puede producir con la agrupación de las cooperativas una sensible reducción de los costes. Con la agrupación podemos optimizar recursos tanto materiales como humanos.
En el caso de Herencia, tratándose de dos actividades diferentes, que no coinciden en el tiempo se pueden aprovechar mejor las infraestructuras y el personal de las dos cooperativas.

Las cooperativas deberíamos caminar hacia una gestión integral de las necesidades de las explotaciones de los socios, proporcionándole los suministros necesarios, gestionando sus necesidades administrativas, contratos, seguros, rentas, etc, ofreciéndoles una continua y actualizada formación que abra camino a nuevas posibilidades, contar con una sección de crédito que facilite el impulso necesario para la transformación y el desarrollo de las explotaciones agrarias. Las cooperativas debemos ofrecer un asesoramiento técnico integral a los socios en todos los ámbitos. Cuanto mayor sea la dimensión de las agrupaciones cooperativas mejores servicios se pueden ofrecer. Las cooperativas y la agricultura están demostrando en estos momentos de crisis que soportan mejor estas situaciones y que están mostrando posibilidades que muchas personas no habían visto en los años de bonanza.
Un Grupo Cooperativo, como ocurre con Montes Norte, que alcance una dimensión muy superior a la que tenemos en cada pueblo, posibilitará estas transformaciones.
¿Qué es necesario para que se produzcan estas transformaciones? En primer lugar consejos rectores que crean que la unión y el encuentro con los demás nos hace crecer a todos, y en segundo lugar socios que miren al futuro y que se convenzan de que las necesidades de los agricultores de las diferentes localidades son las mismas, socios que centren su mirada en lo que nos une y no en lo que nos separa. Cuando nos unimos, los esfuerzos no se suman, se multiplican.
En este proceso de integración habrá muchos que intenten evitar que se produzca, porque están defendiendo sus intereses, ajenos a los de los socios y a los de las cooperativas. Pero quien debería apoyar con todas las consecuencias este proceso de integración deberían ser los socios, dispuestos a consolidar un cambio histórico. Igual que en el siglo XX la agrupación de agricultores en cooperativas locales permitió mantener y crecer la actividad agraria y la riqueza de los agricultores, en el siglo XXI esa agrupación debe pasar las fronteras de cada pueblo y consolidar estructuras fuertes que permitan llevar a cabo las transformaciones necesarias para que la agricultura sea una actividad cada vez más atractiva para los agricultores de los pueblos y sea fuente de riqueza y de transformación.

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